Muchos os preguntareis, ¿tiene el yoga las mismas ventajas para los adultos que para los niños? Sí, definitivamente.
El Yoga es una forma muy divertida de que los niños desarrollen sus habilidades en un entorno positivo y sin competitividad. Proporciona en los niños elementos que les permiten, a través de juegos, aprender a canalizar su energía y mejorar su autocontrol, a respirar, fortalecer su cuerpo, mejorando su estado mental y habilidades psicomotrices.
También les ayuda a desarrollar su capacidad de atención, memoria, concentración y relajación. Se fomenta la autoconfianza, construyendo una imagen positiva de ellos. El trabajo en equipo y la cooperación a través de juegos, promoviendo la compasión, la generosidad y el respeto. Difunde la consciencia de la naturaleza, sobre los animales y su entorno.
¿A qué edad deberían empezar a practicar Yoga? Pues cuanto antes mejor. Se podrían dividir en tres grupos, dependiendo de su edad.
A partir de los tres años los niños desarrollan una autonomía que les permite moverse con soltura en una sesión de Yoga, contribuyendo a su madurez como persona.
Un grupo equilibrado sería entre tres y seis años, donde mediante juegos los niños se divierten y experimentan con su cuerpo, a la vez que lo ejercitan.
Entre los siete y los doce, tienen una madurez mayor, tanto física como psicológica, sus pulmones y sistema inmunológico están plenamente formados, y su capacidad de concentración, compresión y razonamiento es mayor, pudiendo trabajar con ellos de forma más compleja.
Y a partir de los doce, llegando a la pubertad, experimentan un acelerado crecimiento físico, mental y emocional, lo que a veces se puede traducir en desorden hormonal, que se refleja en su estado emocional, afectando en su comportamiento y estado de ánimo. El Yoga les ayuda a equilibrar su estado de ánimo, aplacando ese mal humor, incitándoles a la relajación.